La más hermosa y pequeña pintora. Pasa horas concentrada frente al gigante atril que Papá Noel le trajo en Navidad, rodeada de hojas y lápices y crayones y témperas con los que sus manitos le dan color a un hermoso mundo imaginario, donde los jóvenes son viejos, los brazos asimétricos, los ojos demasiado grandes (para poder mirar mejor caperucita) y los cielos y soles infinitamente mas brillantes.
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